Una tarta de queso de 7 pisos impresa en 3D y que es totalmente comestible
Si la impresión 3D de comida aún no te convence, puede que hoy cambies de opinión. Muchas personas pueden preguntarse, ¿es saludable la impresora 3D? ¿Puede mejorar nuestra forma de comer y facilitar las múltiples dietas y limitaciones de los consumidores? Para responder a todas estas preguntas, un equipo de ingeniería en la Universidad de Columbia está llevando a cabo varias pruebas y experimentos en su Creative Machines Lab, dirigido por el profesor Hod Lipson. Su último proyecto es una tarta de queso impresa en 3D, hecha a partir de 7 capas diferentes. Este postre demostraría las ventajas de la tecnología, sobre todo en términos de personalización, seguridad alimentaria y seguimiento de nutrientes.
Jonathan Blutingler, becario posdoctoral en el laboratorio y principal colaborador de este nuevo proyecto, pretendía demostrar las ventajas de la impresión 3D de alimentos. Muchos consideran que estos platos son poco apetitosos y que la tecnología es un método poco eficaz. Blutingler explica: “Como la impresión 3D de alimentos es aún una tecnología incipiente, necesita un ecosistema de industrias de apoyo, como fabricantes de cartuchos de alimentos, archivos de recetas descargables y un entorno para crear y compartir estas recetas. Su capacidad de personalización la hace especialmente práctica para el mercado de la carne de origen vegetal, donde la textura y el sabor deben formularse cuidadosamente para imitar las carnes reales”.
Mantequilla de cacahuete depositada sobre la base de galleta. (Créditos: Jonathan Blutinger/Columbia Engineering)
El proceso de impresión 3D del postre
Para crear la tarta de queso impresa en 3D, el equipo tuvo primero que convertir todos los ingredientes en una pasta. Utilizaron mantequilla de cacahuete, galletas, Nutella, plátano, mermelada y cereza, todos ellos comprados en una tienda de comestibles neoyorkina. Se realizaron varias pruebas de impresión para determinar el mejor orden en el que imprimir cada ingrediente. La galleta fue el alimento que mejor funcionó en la primera capa debido a su adherencia a la bandeja de la máquina. La mantequilla de cacahuete y la Nutella, en cambio, fueron más adecuadas como capas intermedias para soportar materiales más blandos, como la mermelada. En última instancia, el equipo comparó la tarta de queso impresa en 3D con la construcción de un edificio, con elementos estructurales que soportan elementos más frágiles.
El postre no se imprimió en 3D para revolucionar el concepto mismo de la repostería. Se quería demostrar que la impresión 3D de alimentos podría darnos más control sobre lo que hay en nuestros platos. El equipo explica: “Tenemos un gran problema con el bajo valor nutritivo de los alimentos procesados. La impresión 3D seguirá produciendo alimentos procesados, pero la ventaja puede ser que a algunas personas les permitirá controlar y adaptar mejor la nutrición, de forma personalizada. También podría ser útil para hacer la comida más apetecible a las personas con dificultades al tragar, con alimentos con texturas de puré que necesitan estos pacientes”.
Al poder añadir alimentos con gran precisión, la impresora 3D de alimentos podría crear nuevas experiencias culinarias en las que el consumidor elige exactamente lo que quiere comer. Veremos lo que le depara a este método en el futuro. Puedes encontrar más información aquí.
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*Créditos foto de portada: Jonathan Blutinger/Columbia Engineering
